El profesor se encoge de hombros... El viejo observa colillas en un cenicero: -¿Y fuma? El profesor repite su gesto. -Como si quiere fumar usted... Pero los médicos hemos de prohibir el tabaco. -No, ya no fumo. Por mi nieto. El profesor aprueba con la cabeza y habla melancólicamente: -Mi hijo sólo tiene todavía dieciséis años. Callan, atentos al silencio como si una invisible presencia hubiera de decir la última palabra. -