--Son cuatrocientas lucas --dijo. --La habitación está pagada --protesté. --Pero no el arbitrio de hospedaje. Cuatrocientas o no hay techumbre. Aparte de la fortuna que llevaba en el maletín, sólo me quedaba un billete de quinientas. Se lo di y le pedí un recibo justificativo del desembolso. Me dijo que no podía darmelo porque se había descompuesto la computadora, y se guardó el billete en el bolsillo. --Por lo menos --dije yo