los Zeting vendrían a verlo, nos llevarían té, del mucho té que traían de Moscú. Más tarde viajaríamos a Biarritz, los tres juntos, el niño, tú y yo cuando tuvieras menos trabajo. Imaginaba yo a Dieguito asoleándose, a Dieguito sobre tus piernas, a Dieguito frente al mar. Imaginé días felices y buenos, tan buenos como los Zeting y su casa en medio de los grandes pinos que purifican el aire como me lo ha contado María,