noslas la cama sin tener a nadie cerca a quien recurrir si me... En fin, manías de la vejez. La soledad nunca es buen aderezo de la vida, pero a mis años todo lo que toca lo trasmuta en hiel. Perdonen que me ponga sensiblero y, sobre todo, que eche mano de unas figuras literarias tan rancias: vivo inmerso en mis lecturas y ya no recuerdo cómo hablan las personas. --¿No tiene usted familia, don Plutarquete?