Es verdad que muchos intelectuales sirven y han servido a los gobiernos pero casi siempre como técnicos y expertos, es decir, para hacer esto o aquello, no para señalar metas y fines. Algunos intelectuales han sido consejeros de los Presidentes y así han contribuido a diseñar y a ejecutar la política exterior norteamericana. Se trata de casos aislados. La clase intelectual norteamericana, como cuerpo social, no tiene la influencia de sus congéneres en Europa y América Latina. No la tiene,