lololo trastes sucios y camas por hacer y sillones desfundados, desde el techo descascarado: proyectiles de cerda negra y plástico rosa transparente que se sucedían con una fuerza inexplicable, uno tras otro, a una velocidad que Laura no podía ni quería controlar, uno tras otro zas, zas, zas, zas, ya no llevaba la cuenta, el pelo ya no se levantaba como cortina al viento, la niña se había encorvado totalmente y la madre le pegaba en los