Estaba tan vivo en todas las conciencias el carácter de inicio y final de una etapa que respectivamente simbolizaban estos dos trajes en la biografía de una muchacha decente, que era casi automátic el siguiente comentario dirigido a la madre de una niña vestida de primera comunión: «Ahora lo que hace falta es que la vea usted casada.» En este «verla casada» iba implícita más una alusión a la imagen de «volverla a ver vestida de blanco» que a