Imaginese, niña Sara --le dijo sin detenerse--, con este guayabo! Celeste Dangond estaba sentado en piyama en la puerta de su casa, burlandose de los que se quedaron vestidos para saludar al obispo, e invitó a Santiago Nasar a tomar café. "Fue para ganar tiempo mientras pensaba", me dijo. Pero Santiago Nasar le contestó que iba de prisa a cambiarse de ropa para desayunar con mi hermana. "Me hice bolas --me