año. "Me di cuenta de pronto de que no podía haber un partido mejor que él", me dijo. "Imagínate: bello, formal, y con una fortuna propia a los veintiún años." Ella solía invitarlo a desayunar en nuestra casa cuando había caribañolas de yuca, y mi madre las estaba haciendo aquella mañana. Santiago Nasar aceptó entusiasmado. --Me cambio de ropa y te alcanzo --dijo, y cayó en la cuenta de que había