la Me sabía tu cómplice y eso me acercaba de nuevo a ti. No sabes con qué ansiedad hurgaba yo entre tus cosas, registrandolo todo, libros, cuadernos, carpetas. Deseaba tanto leerlas yo también... Incluso llegué a utilizar el péndulo. Pasé horas vagando de un lado a otro de tu habitación sin llegar a encontrar nada. Ahora podía entrar allí cada vez que quería, pues nadie vigilaba ya por la casa. Mamá me ignoraba tanto como tú,