lo vez más radicalizada y militarizada que hoy paraliza y encanalla al mundo. Así, la misma deshonesta voluntad de atraer y concitar las voluntades hacia la propia opción que, de la parte de los proatlánticos, degrada -si se me admite usar los términos de Weber- la "ética de la responsabilidad" en encubridora y sórdida razón de Estado, es lo que, de la parte de los antiatlánticos, hace degenerar la "ética de la convicción" en irresponsable y sonriente