su hermana Berta, de cómo le pegaba, de cómo al no poder desempiojarla, una vez la había rapado; de vez en cuando le reclamaba a Pancho: "Oye tú, ¿por qué no hablas?" y Pancho musitaba: "Nosotros los rieleros, nos hacemos compañeros del silencio". Por eso Teresa se hizo callada. Al no recibir sino monosílabos, dejó poco a poco de abrir la boca, sólo lo más indispensable, sólo aquello que le