tenía una mirada oscura y profunda, oriental seguramente, y Laura se sintió tan suya cuando la tomó del brazo y estiró su mano hacia la de ella para conducirla en medio del sonido de tantas voces --las voces siempre la marearon--, a un rincón apartado, ¡ay, Luis, qué gusto me da!; sí soy yo, al menos pretendo ser la que hace años enamoraste, ¿van a ir en grupo a Las Hadas el próximo weekend?