sese a las esposas de algunos de sus colegas: perfectamente inmóviles, con las cabezas bajo los cascos electrificados, como si estuvieran recargando sus cerebros de ideas. El corazón le dio un vuelco: su propia mujer figuraba entre ellas. Quería saludarla, preguntarle qué hacía allí, pero su voz era débil y ella no podía escucharla a causa del casco. Ahora mismo vuelvo, gritó; y subió la suntuosa escalera helicoide que conducía a un interior alfombrado.
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SALUDAR - Decir palabras de cortesía en el encuentro o despedida