su majestuosa butaca, ligeramente más alta que los demás asientos del salón. Todo transcurrió con normalidad hasta que, a media tarde, llegó Fagin. No entró siquiera en el salón. Apenas había tenido tiempo de abrir la puerta y saludar a los presentes con una sonrisa escueta cuando, ante el desconcierto general, el abuelo se levantó, le señaló con un dedo y, congestionado su rostro por la ira, le gritó:
TER:046.16
SALUDAR - Decir palabras de cortesía en el encuentro o despedida