En realidad, creo que ésta la ignoraba o, más bien, pienso ahora, fingía ignorarla. Ya entonces presentí que existía entre ambas una clara enemistad. Cuando llegamos a casa, Catalina nos esperaba tras la cancela y nos saludaba con su discreta sonrisa. Tía Elisa se dirigió a ella con aquel tono enérgico con que solía hablar a las criadas: --¿Ha venido el señorito? --Acaba de llegar --respondió solícita aquella vieja mujer que se había ocupado de
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SALUDAR - Decir palabras de cortesía en el encuentro o despedida