. Esa era la única explicación de su ausencia. Decidí asomarme al pasillo para averiguar si su lámpara ya estaba apagada. Pero continué allí clavada sin poder moverme. No podía apartar mi mirada del gitano y del espacio que le rodeaba, convertido con su presencia en escenario sombrío y fantasmal y del que, estaba segura, acababa de salir Bene. Esperaba que él se retirara de un momento a otro. Pero él no parecía venir de ninguna parte ni tampoco ir hacia