lelos guante a los fundos y oponer a los potenciales causahabientes la eficaz figura jurídica de los hechos consumados. Ya ven ustedes qué cosa más simple. Posiblemente el dinero que en el famoso maletín tantas vueltas ha dado y tantas vidas inocentes ha costado iba destinado a sobornar a algún funcionario venal del catastro que se aviniese a falsificar los registros. No lo sé. El hecho es, dilecto comisario, querido amigo, que ni el satélite ni la estación espacial tenían nada que