se todas las cosas de este mundo con el celoso espray de la desmitificación no se acobardaría tal vez ante el empeño de pulverizar del mismo modo el rito, todo rito. En lo que a la despedida se refiere, la cruzada desmitificadora avergüenza, tachándolos de cursis y de melodramáticos, los últimos pañuelos que aún osan agitarse, respondiendose mutuamente, a la manera antigua, en las manos del que se queda y en las del que se va. En la