llegase a durar ni un cuarto de hora. Y, en efecto, cuando a los seis o siete días Fernando, que nada más tener noticia de la muerte de su cuñado había salido a uña de caballo de Aragón para acudir a tomar posesión de su reinado, llega por fin a las puertas de Segovia, hete aquí que se entera -y parece que sin el más mínimo entusiasmo- de que todas las posesiones posibles e imaginables que hubiese que tomar han