porque en el zaguán conversaba el portero con dos individuos fornidos cuyos rostros no pude distinguir en la penumbra reinante, pero cuya catadura no pudo menos de darme mala espina. --¿Unos recibos a la academia de corte? --mascullaba uno de los individuos--. ¡Pero si la academia está cerrada a estas horas, hombre! --Yo no quiero saber nada de este asunto --se disculpaba el portero--. A un vecino mío, por pasarse de listo