eso ya importaba muy poco, pues comprender no era suficiente para reconciliarme con tu existencia, ni con la de mamá, ni con la mía, ni tampoco con la de aquellos dos seres desamparados que, a su manera, también padecían tu abandono. Envié el cuadernito a Miguel añadiendo algo a sus últimas palabras: "Yo también te amo." Y no sé por qué lo hice. Quizás me impulsara el deseo de permanecer entre ellos, sumida en aquella atmósfera