las avenidas más populosas, mirando de refilón, porque el periódico me obstaculizaba la visión frontal, los elegantes escaparates de las tiendas, las provocativas cristaleras de los restaurantes y los vistosos anuncios de los cines. Y en esa triste actividad andaba, a saber, la de fantasear sobre lo bueno que ha de ser tener dinero y salud para gastarlo, cuando una imagen apareció con toda nitidez en la pantalla interior de la memoria: la imagen del señor Ministro haciendonos señas