lalolaloslasela defender la legitimidad de una ficción es, en rigor, del todo improcedente, porque implica el equivocado correlato de que si la ficción representase sucesos inventados habría que dar por bueno el alegato en contra. Si las ficciones pudiesen realmente ofender, ¿cuántos cuerpos, agrupaciones o estamentos no menos beneméritos podrían ponerse a reclamar, frente a las siempre viles, insidiosas y antiespañolas invenciones de literatos y cineastas, el derecho a la susceptibili Por