ya no pudo. Entonces sus ojos se acercaron velozmente a la claridad: Vio el cadáver y quiso volver a huir, lo vio y trató de extraer su cuerpo del hueco entre el bidé y la bañera, lo vio y se arrebujó aún más dentro de las sábanas, lo vio y se desplomó, muerto de cansancio, en el vestíbulo, tras la puerta cerrada a sus espaldas. Miraba desde la ventana, apoyando la sien derecha en el cristal. Era un día