. Pero no se menciona mi nombre. Soy uno del séquito. YO: ¿De quién? ÉL: De un príncipe. Su nombre no te diría nada. YO: ¿A qué vienes? ÉL: A disuadirte. Andas perdido en el tiempo o, como ustedes dicen, en la historia. Buscas rumbo: ¿lo encontraste? YO: No. Pero ahora sé que las revueltas se petrifican en revoluciones o se transfiguran en resurrecciones.