incesantemente. La melodía armónica y perfecta había sido sustituida en la noche --también perfecta-- por una música estúpida, demencial. Y volvió a pensar en Francesca. ¿La armonía conducía a la desarmonía? ¿Detrás del sueño sólo habitaba el horror, los horrores de todo tipo? Iba a abandonar el jardín para dirigirse a la puerta de entrada cuando, al levantar de nuevo el rostro hacia la blanca noche, descubrió en una de las ventanas del piso superior una