cansancio que «sedimentaba el espíritu» masculino no se refiere, como resulta ocioso resaltar, a los mandobles del guerrero del antifaz ni a sus arriesgados saltos de almena en almena, como tampoco a la ascesis erótica que le instaba a alejarse de los engatusamientos de aquellas «malas» de la historieta. Las Aixas, Zoraidas y Mujeres Pirata con que se iba a encontrar en la pubertad el lector de tebeos no llevaban velos exóticos por la cara, ni siquiera eran pérfidas