entonces empezará a labrarse para vosotros... una infelicidad irremediable. Pero, según otros textos, de este cliché de la secretaria sentimental, no tenía la culpa el jefe ni aquellas señoritas laboriosas, pulcras de espíritu y presencia, que acuden con puntualida y se someten sin comentario a las órdenes y a las horas, que llevan ficheros, anotaciones y cuadernos con un orden perfecto y minucioso, supliendo así la menor capacidad inteligente que le supone la opinión varonil. No. Nada