le que se le daba el pie se tomaba la mano y siempre iba a estar dispuesto a pedir más. Las primeras condescendencias eran, pues, las peores. Es muy difícil aconsejarte ahora, porque el «usufructante» se ha acostumbrado a tus condescendencias. Pero mucho se puede conseguir evitando ocasiones, buscando temas de conversación que no sean apasionados, etc. La verdad es que los novios, incluso los más ardorosos, no sabían dónde ir. En el marco de una