nos tus abuelos. Yo la animé para que pasara unos días con los suyos en Valbosco. Los dos sabíamos que sólo era una excusa, una forma elegante de decirle que ya todo se había acabado, que no la necesitábamos. Partió Lucía y la casa y la ciudad --toda la ruina de la casa, todas las ruinas de la ciudad-- parecieron confabularse a nuestro alrededor para el desenlace del último acto. »Salíamos a pasear al atardecer, pero cómo defender