Texto contextualizado: |
cabeza turbia y los ojos llorosos, mientras el dolor se recluía no sin dejar una estela intensa y aguda. Inspiró y espiró cada vez más generosamente, recobrando despacio la calma; luego puso sus ojos en el ventanal y gradualmente dejó resbalar la mirada hacia abajo. El cuerpo era casi indistinguible, abrigado por la sombra del respaldo a contraluz; sin embargo, la luz plomiza lograba iluminar, de modo extraordinario, sólo el cuello de la víctima: una curiosa rotura del perfil |
MIR:020.09 |