el cielo lucía una estrella y su color oprimente tintaba las fachadas y la calzada y las aceras. El ambiente era estático y el aire estaba muerto. Recordó el agobiante calor y el negro y plomizo espacio de su casa mientras olvidaba el frío. Por un momento, abrumado bajo la conciencia de que todo se había vuelto del revés, estuvo a punto de caer; pero ya vacilaba cuando aún echó a andar en la dirección que eligieron sus pies, como empujado por