paz; aquella paz vacía, sorda, del verano en el balneario, que ahogaba todo tipo de sentimientos desordenados, excesivos. El encuentro entre distante y atractivo con Betina, sus grandes ojos azules, sus piernas bien torneadas y ágiles marchando delante de él por las cuestas empedradas del pueblo, volvieron a alterar su concentración y, en cierta medida, a despertar su vida. En los días siguientes se esforzó en observar con curiosidad el comportamiento de la muchacha y, en particular