abiertos absorbían la luz. Y la luz que de nosotros se desprendía absorbía la luz de la ciudad, la música del mundo. No había ni sangre ni nieve en la luz de Florencia. »Entre la música que nuestras almas arrancaron de Venecia y la que nos fue robada en Florencia, estaban otras músicas. La música, por ejemplo, de nuestra ciudad, de la que --a pesar de todo-- siempre será nuestra ciudad, Francesca. La ciudad sepultada entre
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ARRANCAR.3 - (Fig.) Obtener o conseguir [algo] con habilidad o esfuerzo