de hotel donde no le faltaría de nada. Miguel no pareció prestar excesiva atención y ella añadió distraída: -Fijate si será lujoso que allí murió un príncipe ruso. La inminencia del viaje, más que excitarle, le inquietaba, le intranquilizaba. El día anterior al de la partida estuvo ayudando a su madre a poner fundas a los muebles, a dejar definitivamente cerradas algunas de las habitaciones, y tan pronto se le veía abatido como enojado o eufórico. El