Rugeroni concurría al chalet para tomar clases y había pensado que, por tener ese trato cotidiano y familiar con el profesor, a lo mejor podía contarle algo que orientara la pesquisa. Más tranquilo sobre la situación personal, Rugeroni se inquietó por el profesor. No pudo averiguar nada, porque el comisario lo interrumpió: --Si lo interpreto --dijo--, usted vino esta mañana a tomar clase, como siempre. Los ojos del comisario se habían encapotado. --Como siempre