objetos polvorientos y herrumbrosos compartían el turbio hacinamiento y disputaban entre sí por unos centímetros más de suciedad y desorden. El tiempo se detuvo unos segundos cuando Miguel paseó a su alrededor una mirada lenta, casi inmóvil, que inevitablemente hubo de posarse sobre Carlos. Oyó cómo, desde el otro extremo del sueño, Agus preguntaba qué ocurre, por qué os miráis así, y anduvo hacia la puerta como quien camina por la cubierta de un barco que zozobra. La Mujer Pirata