despertaba tosiendo. Otras veces tosía dentro del sueño y entonces el sueño se convertía en pesadilla. Por la mañana era distinto, porque tosía menos y apenas sudaba, pero siempre la noche pasada provocaba en él una especie de cansancio que duraba casi todo el día. Sin embargo, esa mezcla de susto y asombro que sentía ante las novedades que le rodeaban impidió que se quejara de molestias físicas durante aquellos primeros días, los más duros. Vino el médico a visitarle y