pastilla de jabón clareaba en la noche. Humedeció la cara sin miedo y se atusó el pelo con los dedos mojados; después retiró el tapón del sumidero y éste sorbió el agua ruidosamente. El ruido le produjo angustia y echó a correr por el pasillo; el agua continuaba bajando por las cañerías hasta las cloacas, a través de las paredes que él dejaba atrás a la carrera, y sólo cuando alcanzó la sala y dejó de correr volvió el silencio. Dentro del pecho