suele preceder al recogimiento familiar. A lo lejos parpadeaban seductoras las luces anaranjadas de la ciudad, por cuyas arterias discurría, manso y quedo en la distancia, el flujo incesante de los vehículos a motor. Por alguna razón inexplicable me detuve unos segundos a pensar que ya iba siendo hora de que tratara de sacar el carnet de conducir. Tengo ahora por cierto que de no haber sido por aquel extemporáneo cortocircuito habría proseguido sin parar mi huida, la habría coronado, quizá,