mujer, he diseminado mi alma a los cuatro vientos haciendo estallar todo lo que poseo y todo lo que soy. --Dios mío --dijo de pronto, profundannente afligido--, ¿qué va a ser de mí? Echó a andar con desesperación. Trataba de ahogar el peligroso acceso de llanto que le amenazaba y a cuya compasión le angustiaba ceder. «¿Pero es cierto que no recuerda cuándo saltó a su cuello?», dijo la voz. «Parece increíble