ejercieran sobre sus actos. Acaso no existieran más que en la medida que necesitaba justificarlas, pero los vivía como flujos espontáneos cuya ajenidad le producía temor. ¿Dónde estaba actuando ahora mismo?, ¿en lo que se le antojaba la realidad o en la zona en que esas privaciones de la mente establecían figuras y sensaciones que sentía suyas? La confusión le atormentaba en el silencio todavía sin vida de una madrugada. A su alrededor se iban borrando las huellas de sus