con la dolorosa libertad del que va a ser amputado de un miembro querido pero enfermo y, por lo tanto, inútil y embarazoso, David gritó sin pronunciar palabra, dientes adentro, corazón adentro, lágrimas adentro: --Ahora nos marcharemos lejos de aquí. CAPITULO PRIMERO I Nueva York, setiembre 1969 Querido David: El hombre va a la Luna y tú quieres volver a Ibiza. Qué curiosa relatividad de los deseos, qué extraña fijación en los espacios. Ha pasado mucho