se el paso, finge no escuchar su llamada y si el pelmazo insiste, corre tras él, pronuncia su nombre, acerca su jeta odiosa, le contesta sin ladear la cabeza ni tomarse la molestia de cambiar la voz: se equivoca usted, señor mío; la persona que busca no soy yo. SER DE SANSUEÑA Su amigo compositor había llegado a París con la diáspora hispana del 39: debía de tener entonces como unos treinta años, aunque su edad real permaneciera