fantasmas. Asegurame que todo ha sido un espejismo pasajero. Vuelve a contarme cosas de tu grupo de rebeldes. Sé que era serio. No sé por qué tuve yo que burlarme indignandote. Tenías razón cuando me repetías la vieja declaración de principios: «Prefiero las cárceles de mi país a los hoteles extranjeros.» Estoy de acuerdo. Nada de exilios, por científicos que sean.