. Sí, instalada en su cuarto sobre el sofácama, recibiendo allí la visita nocturna del angelito blanco y cogiendole en brazos para hablarle de su abuelo Bruno. Para contarle cómo era y cuánto, cuánto, cuánto les adoraba a los dos. El blanquísimo ángel aparece en la oscura puerta y eleva sus brazos al cielo. Sorprendido al no sentirse volar hacia el pecho del viejo, como cada noche, pronuncia unas sílabas en su misterioso lenguaje y da unos