puede rezar hacia el niño un mensaje de ánimo: «¡Calma, Brunettino, que ya voy! ¡No grites, será inútil, te quedarás ronco y te pincharán! ¡Calla, engañales, para que yo pueda acudir! ¡No sufras; estoy contigo! » Pero el pobrecito aún ignora los ardides en la guerra y se desangra en luchar de frente, reducido ya a sollozo agotado, lamento desolado, desesperanza.. A veces aún estalla otro grito