Renato, durante el trayecto a la casa, sólo habla de cosas intrascendentes por miedo a abrumar aún más a su padre. En eso se equivoca por completo: el viejo no está compungido, sino al contrario. Vive exaltadamente su triunfo, pues ha vuelto a salir de una comisaría como siempre: sin dejarse avasallar. No le han sacado ni una palabra y, lo que es más importante, el niño continúa seguro porque él esta noche volverá a su lado,