deseando esa muerte anticipada, prematura, precoz, próxima, por él acaso presentida, propiciada con su vida aparentemente sana, ordenada, el tenis, los paseos, y, sin embargo, dañada en su núcleo central, allí donde reside el impulso que da fuerza a la máquina, el ciego deseo de vivir que dirige los pequeños gestos diarios, levantarse, mirarse en el espejo y estar contento del rostro conocido, certificar la causa de cada arruga, ser capaz